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La verdad sobre el secuestro de Arriola

 

(Artículo publicado en El Mundo-La Crónica de León, el 29 de septiembre de 2005)  

 

Un día como hoy (29 de septiembre de 2005) de 1945, los maquis que se resistían al fin de la Guerra Civil en el norte de León protagonizaron su accion más sonada. Secuestraron a Emilio Zapico Arriola, miembro de una de las familias más acaudaladas de la provincia, y pidieron por su rescate cerca de dos millones de pesetas. En lugar de dinero, la operación se cobró cinco vidas. La de uno de los secuestradores y la del propio Arriola fueron las primeras. Les siguieron  las de tres maquis que fueron ejecutados a garrote vil dos años después. El hecho sirvió de base a Julio Llamazares para escribir Luna de Lobos, llevada al cine por Julio Sánchez Valdés. Sesenta años después, El Mundo-La Crónica desvela, por primera vez y através de archivos oficiales de la época, todas las claves de aquel suceso que, pese a la censura, conmocionó a la sociedad leonesa en uno de los momentos más negros de nuestra historia reciente.

 

Los forenses del Cuerpo de Sanidad Militar de León iniciaron octubre de 1945 cargados de trabajo . El día 1 tuvieron que practicar la autopsia al cadáver de un hombre desconocido de entre 28 y 30 años, 1,60 de estatura, bien constituido y vestido con un capote y prendas reglamentarias del ejército. Llevaba anudado un pañuelo de crespón de color verde con lunares blancos y presentaba una herida de bala con entrada por el cuello y salida por la espalda. El proyectil, del nueve largo, le segó la aorta. Tardó menos de cinco minutos en morir.

Dos días después, llegó al depósito del cementerio municipal de León el cuerpo sin vida de otro hombre. De unos 27 años, mostraba signos de haber caminado mucho y de haber estado  atraillado por la muñeca izquierda. Un disparo en la frente era su única y fatal herida. Los miembros del equipo que realizaron el informe sí identificaron en este caso al finado «por haberlo conocido en vida». Se trataba de Emilio Zapico Arriola, el ingeniero agrónomo de la Diputación de León y miembro de una de las familias más acaudaladas de la provincia. Su cuerpo fue hallado en la mañana del 2 de octubre por un labrador cuando  iba a echar el agua a un prado en las proximidades del caserío de Valderrodezno, entre  Ambasaguas de Curueño y Lugán. El juez municipal de Vegaquemada, que se encargó del levantamiento del cadáver, emitió un informe manuscrito en el que asegura que un familiar del fallecido llegó en compañía del gobernador civil, Carlos Arias Navarro, para  identificar al joven Arriola, «el cual, el 28 del pasado septiembre, fue secuestrado por los rojos».

 

La causa 415/45

El auto del juez municipal de Vegaquemada y las diligencias de los forenses militares de León forman parte  de la causa sumarísima 415/45. Como todas las de la provincia leonesa, se encuentra depositada en el archivo del Tribunal Militar de El Ferrol. El sumario «por el presunto delito de secuestro y asesinato del vecino de esta capital don Emilio Zapico Arriola» contiene más de 500 folios y fue abierto el 1 de octubre de 1945. Como recuerda su primera página, «ocurrió el hecho el 29 de septiembre de 1945».

 

El secuestro y asesinato de Emilio Zapico Arriola, conmocionó a la sociedad leonesa. La censurada prensa de la época se hizo eco de la muerte pero no de sus causas. Mientras la rumorología iba calmando las ansias de conocer los detalles, el cuerpo sin vida del primer cadáver seguía sin identificarse. Pero la Guardia Civil sabía muy bien hacia  dónde dirigir sus pesquisas. De hecho, la pistola del 9 largo que ocasionó la muerte a aquel hombre con capote militar fue la reglamentaria de un capitán de la Comandancia de León: Francisco Martínez Gallo.

 

Emilio Zapico se encontraba en su caserón de Santibáñez del Porma la noche del 28 de septiembre de 1945. Hacía dos horas que había llegado de Valladolid conduciendo su Fiat Topolino y acompañado de un amigo. Eran las 11 de la noche cuando tres sujetos llamaron a la puerta. La madre de Emilio, Petronila Arriola, se negaba a abrir. Era muy tarde. Pero los visitantes se identificaron como  guardias civiles y los cerrojos cedieron. Además de los once criados y los ya citados, se encontraba en la casa la hermana de Emilio, María Asunción Zapico Arriola. Su testimonio en la causa 415 es el más completo.

 

Según esta  declaración, los que irrumpieron en la casa aquella noche eran tres hombres con capotes pardos, «de los cuales dos llevaban gorros de campaña de la Guardia Civil y el tercero como un gorro ruso con orejeras», precisa María Asunción Zapico. Dos de los supuestos guardias se encerraron con Emilio Zapico en su habitación durante media hora. El tercero se quedó fuera con los criados y el resto de los ocupantes de la casa. ¿Así que guardias civiles?... preguntaron al vigilante. Respondió que pertenecían a «una compañía ambulante que anda por Matallana y Pardesivil» pero de forma  «confusa y nerviosa». Una vez transcurridos los 30 minutos, los del interior del cuarto mandan entrar a la madre y a la hermana de Emilio. ¿Qué pasa? Se desvela el misterio. «Estos señores piden dos millones de pesetas y llevarme con ellos», dice el joven Arriola. De la declaración de Asunción se deduce que se inició una negociación para evitar por todos los medios que Emilio abandonara la casa, pero uno de los secuestradores zanja la cuestión: «No somos los jefes, pues ha sido condenado por un Tribunal Popular a la multa de dos millones de pesetas para armar al Ejército rojo ya que el Gobierno de la República está al venir». Hacía sólo cuatro meses que los aliados habían derrotado a la Alemania de Hitler en Europa, pero el Gobierno de la República jamás llegaría.

 

Finalmente, y continuando con el testimonio prestado por Asunción Zapico Arriola, el rescate quedó fijado en un millón novecientas mil pesetas. Las 100.000 restantes, hasta los dos millones, «de regalo para comprar un coche ». En otras partes del sumario se habla de 1,8 millones de pesetas. La hermana de Emilio añade que esa cantidad coincidía con el precio en que la familia había apalabrado la próxima compra de una finca en Palencia. ¿Cómo podían los secuestradores conocer ese detalle? La participación en los hechos de miembros del servicio o de personas próximas a la familia es un dato que siempre se ha dado por válido. En la causa 415/45 no se procesa a ninguno de ellos e incluso se precisa que, aunque hay declaraciones contradictorias, no existe base suficiente para implicar a nadie de ese ámbito.

 

Cuando los tres hombres con capotes abandonaron la casa con Emilio Zapico Arriola era ya la 1 de la madrugada del 29 de septiembre. Convinieron con la madre y con la hermana que hacia las 8 de la tarde de ese mismo día se dirigieran en el automóvil de la familia con el dinero  del rescate hacia Lugán. En un punto intermedio en el que les hicieran parar se procedería al canje. Por expresa exigencia de los rojos, las mujeres no salieron hacia su domicilio de Ordoño II de León hasta las 3 de la madrugada. En este punto, las referencias históricas señalan que el banco al que Petronila Arriola reclamó la retirada de 1,9 millones de pesetas denunció el hecho a las autoridades y que gracias a ello se montó un dispositivo para detener a los secuestradores. Entre los documentos del sumario sólo se encuentra un informe del juez instructor, el comandante de artillería Baudilio Rojo Caminero, que alude a que la madre de Arriola «quiso realizar» el pago del rescate pero «no pudo efectuarlo por haber intervenido el Cuerpo General de la Policía».

 

El resto de los legajos resuelven este  apartado señalando que la hermana informó de los hechos a su marido, el comandante de aviación José Antonio Rodríguez Pascual, y que éste lo puso en conocimiento del gobernador civil, como se ha dicho, por aquel entonces, Carlos Arias Navarro, el mismo que 30 años después anunciaría en televisión la muerte de Franco.

 

Sea como fuere, lo cierto es que, tal como continúa reseñando el juez «ya enterado de este hecho el jefe de Orden Público de esta provincia planeó para  que por fuerzas de la Guardia Civil se efectuase un servicio, basado en simular la entrega del dinero convenido y dar captura a los malhechores, pero según consta en la declaración del capitán de la Guardia Civil don Francisco Martínez Gallo surgieron ciertas dificultades y todo ello dio un resultado contrario a lo que se esperaba».

 

El informe de la Guardia Civil no especifica si dos de los integrantes del cuerpo que participaron en aquella operación se vistieron de mujeres como  asegura el historiador Secundino Serrano en 'La guerrilla antifranquista en León' y recreaJulio Llamazares en 'Luna de lobos'. Todas las fuentes dan por hecho que, al menos,  el capitán Gallo se disfrazó de la madre de Arriola. Lo que sí está documentado es que se metió en el coche de la familia con otros cinco agentes: un brigada, un sargento, un cabo primero y dos guardias segundos. Francisco Martínez Gallo relata en su informe que en el punto kilométrico 25 de la carretera Puente Villarente-Boñar, a la altura de la finca Carrizal, les mandó parar un individuo vestido de guardia civil que levantaba un subfusil en la mano. Creyó que formaba parte del dispositivo. El sujeto, que llevaba un capote, amagó con encarar su arma nada más acercarse a la ventanilla y de advertir el engaño. El capitán Gallo reconoce que le disparó con su pistola reglamentaria del nueve largo. De inmediato, desde  la parte izquierda de la carretera, les respondió una andanada de fusilería y armas automáticas, lo que obligó a los guardias a bajarse del coche y a apostarse en la cuneta «sosteniendo un tiroteo hasta que decidieron, en vista de su inferioridad,marchar hacia  el próximo pueblo de Lugán, de donde regresaron con más fuerza, haciendo un reconocimiento por el teatro del hecho y apreciando huellas de sangre sin encontrar cadáver alguno por la oscuridad de la noche y la espesura del matorral».

 

Dos cadáveres

Como  se ha señalado, en los días siguientes, a falta de uno, acabarían apareciendo dos cadáveres. Al otro lado del río Porma, a unos 500 metros del lugar del tiroteo, el de Arriola con un disparo en la frente y el otro, que vestía un capote del ejército y tenía una herida en el cuello, tapado con maleza, a unos 20 metros de la carretera. El hombre anónimo no sería identificado como Francisco Suárez Salvador, alias El Químico, hasta un año y medio después, fecha  en la que tres de los implicados en el secuestro fueron detenidos. Sólo sabían, por la declaración de Asunción Zapico Arriola, que era uno de los secuestradores que entró en la casa de Santibáñez del Porma. En un primer intento para dar nombre a aquel cuerpo se hizo comparecer el 2 de octubre de 1945 a Benito Ferreras Díez, hermano de Inocencio y de Manuel, ambos compañeros del finado en el monte. «Es llevado al depósito donde se encuentra el cadáver del atracador muerto por el encuentro habido con la fuerza pública y dice no conocerle y no haberle visto nunca (no obstante y al decir estas frases se le nota muy excitado y con los ojos húmedos) y el señor juez le pregunta ¿Qué te ocurre? y el contesta que nada», se señala textualmente en la declaración de Benito Ferreras que obra en el sumario.

 

El noreste de la provincia de León concentraba casi desde  la caída del frente asturiano de la guerra civil, en octubre de 1937, tres grupos de maquis compuestos por excombatientes del ejército republicano que quedaron colgados en los montes. A diferencia de lo que ocurriría en el Bierzo, nunca llegaron a formar una verdadera organización guerrillera. Es lo que Secundino Serrano denomina «guerrilleros sin guerrilla». Su carácter mayoritariamente anarquista y el escaso apoyo de una población tradicionalmente de derechas, les relegó casi exclusivamente a la mera supervivencia a la espera de poder huir o de una hipotética intervención de las potencias aliadas en España. Una de las partidas estaba liderada por los hermanos Arias, Amable y Casimiro Fernández Arias, y su centro de operaciones se situaba en la zona de La Vecilla. Otra, estaba dirigida por Ramiro de Cabo Arenas, Ramirón, y posteriormente por Calixto López Abad. Actuaba en el área de Sabero. La tercera, comandada por Fermín San Pedro Casado se situaba en el entorno de Matallana de Torío.

 

Un auto del juez Baudilio Rojo, fechado el 10 de septiembre de 1946, un año después de los hechos, declara en rebeldía a 18 personas. Aparecen en la requisitoria los nombres de todos los que según la información de la Guardia Civil integran las partidas de Sabero y La Vecilla. Se acusa a ambos grupos al completo de la autoría del secuestro y asesinato de Arriola. De este  modo, se dio la paradoja de que el magistrado ordenó la busca y captura de Francisco Suárez Salvador, muerto a manos de la propia Guardia Civil en el tiroteo de la carretera de Lugán hacía un año y al que aún no habían logrado identificar con acierto, y, lo que aún es más sorprendente, de Ramiro de Cabo Arenas, Ramirón, que se había retirado del monte en 1941 y fallecido poco después de muerte natural.

 

El procedimiento del caso Arriola es suspendido y archivado el 17 de octubre de 1946 a la espera de la detención de los autores. La causa no volverá a abrirse hasta el 19 de febrero de 1947. Dos circunstancias motivaron este hecho. El 3 de enero de ese año fueron detenidos en una casa de Manzaneda de Torío Higinio Nicolás Bayón, El Italiano, uno de los integrantes de la partida de los Arias que aparecía en la lista de los implicados, y Aureliano Suárez Robles. El 8 de febrero, corrieron idéntica suerte Secundino Rodríguez Díez, El Practicante, y Manuel Ferreras Díez, en una casa de Saldaña (Palencia). Ambos eran del grupo de Sabero pero sólo el último figuraban en el elenco de buscados. No así El Practicante, que acabará siendo acusado de cabecilla del secuestro por la confesión de sus compañeros y, en parte , por la suya propia.

 

El primero en confesar fue Higinio Nicolás Bayón. Gracias a ello, por fin se identifica el cadáver de El Químico y se pone nombre  y apellidos a los presuntos autores del secuestro de Arriola: Calixto López Abad, Inocencio Ferreras Díez, Amable Fernández Arias, Benjamín Roza Argüelles y los ya aludidos Francisco Suárez Salvador, Secundino Rodríguez Díez, Higinio Nicolás Bayón y Manuel Ferreras Díez. Ocho hombres a los que las declaraciones de Secundino Rodríguez y Manuel Ferreras incluyen un noveno: Senen Rodríguez Arias, El Campesino, que, sin embargo, no aparece como encausado en el sumario 415/45. En la declaración del primer capturado, Higinio Nicolás, no se cita a El Campesino.

 

Este  es uno de los pocos detalles en que difieren las confesiones de los tres detenidos, que siempre se inician con la fórmula de «convenientemente interrogado». Según éstos, la operación se preparó en septiembre en la llamada cueva de Vozmediano, un chozo que aún se mantiene en pie en las proximidades de este pueblo del municipio de Boñar. Tras decidir que la persona idónea para  el secuestro era Emilio Zapico Arriola, los ocho o nueve integrantes del grupo iniciaron al oscurecer del 27 de septiembre de 1945 la marcha a pie hacia Santibáñez del Porma.Pasaron el día 28 en el caserío de Carrizal para emprender camino nuevamente al anochecer hacia  el caserón de los Arriola, en Santibáñez del Porma.

 

Tres hombres

Los tres hombres que entraron a por el ingeniero fueron Calixto López Abad, Francisco Suárez Salvador e Inocencio Ferreras. El resto quedó fuera vigilando. Volvieron sobre sus pasos, ya con Arriola, y al anochecer del 29 de septiembre se dividieron en dos grupos para recibir el rescate. Calixto López Abad, Benjamín Roza, Manuel Ferreras, Secundino Rodríguez y El Campesino, en caso de ser citado, se quedaron con Arriola en unos montes próximos al otro lado del río Porma. Amable Fernández Arias, Inocencio Ferreras e Higinio Nicolás bajaron al valle con Francisco Suárez, que se situó al lado de la carretera disfrazado de guardia civil con un subfusil en la mano, a la espera de la llegada del coche con el dinero . Tras el conocido tiroteo, la muerte de El Químico y la retirada de los agentes camuflados sonó un último disparo. El cadáver de Emilio Zapico Arriola quedó tendido en el lugar en que fue encontrado por un labrador dos días después. Manuel Ferreras señala claramente en su declaración que fue Calixto López Abad quien mató a Arriola. Higinio Nicolás y Secundino Rodríguez eluden identificar al autor. Los posteriores informes judiciales acusan a López Abad como presunto autor del asesinato.

 

El consejo de guerra contra los detenidos Secundino Rodríguez, Higinio Nicolás y Manuel Ferreras se celebró en el cuartel del Cid de León el 27 de febrero de 1947. Según el acta del juicio, Secundino Rodríguez no pudo asistir a la vista y el tribunal tuvo que desplazarse al botiquín para preguntarle si tenía algo que añadir. «Éste, desde su lecho, donde yace por no poder ponerse en pie, dado su estado  de gravedad, dice que no». Previamente, se ha explicado el motivo por el que El Practicante se encuentra en la enfermería asistido por dos médicos: «Una pérdida de sangre que tuvo en la madrugada de hoy al intentar suicidarse con las esposas».

 

La sentencia se emitió el mismo día de la celebración del consejo de guerra. Los tres detenidos fueron condenados a muerte y a indemnizar solidariamente a los Arriola con 30.000 pesetas. Un documento del Gobierno Militar de León, fechado el 6 de marzo de 1947 y encabezado por las palabras «reservado y urgente», informa de que se han designado las 5,30 horas  del día siguiente para proceder a la ejecución de los condenados. Secundino Rodríguez, Higinio Nicolás y Manuel Ferreras recibieron garrote vil en el patio de la prisión de la plaza del Espolón el 7 de marzo de 1947. El secuestro de Arriola, por cuyo rescate se habían pedido cerca de dos millones de pesetas, se acabó cobrando cinco vidas.

 

"Sólo me condenaron por mi pasado republicano"

 

Tomás Robles, único implicado que siguía vivo en 2005, negaba su intervención en el secuestro de Emilio Zapico Arriola 

 

Tomás Robles tiene 96 años y vive en Puente Villarente (a fecha de septiembre de 2005, falleció pocos años después). Fue condenado a 30 años de cárcel por colaborar en el secuestro de Emilio Zapico Arriola. Cumplió 17, la mayor parte en el penal cántabro de El Dueso. Tomás Robles se ha convertido en el único implicado en el caso que sigue vivo pero niega su intervención en los hechos y precisa que una suerte de carambolas le llevaron a prisión por ellos. "Sólo me condenaron por mi pasado republicano", alega como resumen.

 

Tomás Robles tenía arrendado en el añó 1945 el molino de La Venta de los Ajos, entre Puente Villarente y Santibáñez del Porma. Uno de sus empleados, que también fue condenado, fue acusado por el testimonio del maquis detenido Secundino Rodríguez, El Practicante, de colaborar en el secuestro pasando información a la guerrilla sobre los movimientos de Arriola. "Yo siempre he sido de izquierdas, pero no comunista, ojo. Durante la república, fui presidente del Partido Republicano en Puente Villarente y conocía desde la in fancia a Secundino Rodríguez, que también era de Puente Villarente. Entre lo del empleado del molino, mi pasado republicano y mi relación con El Practicante, estaba perdido aún siendo como soy inocente", asegura Robles que, pese  a su edad, conserva una memoria prodigiosa.

 

Los mejores años

Tomás Robles recuerda que la condena por el caso Arriola se llevó los mejores años de su vida. "A mí me iba muy bien en esa época gracias al estraperlo. Mandábamos vagones enteros de harina para Galicia. Era el último interesado en meterme en problemas políticos. Con Franco, pese a todo el odio que pudiera tenerle, lo cierto es que estaba haciendo mucho dinero".

 

Ese hecho le permitió pasar los años de cárcel de una manera mucho menos dura de lo habitual. También cuenta Robles que logró una importante rebaja de la condena de 30 años gracias al pago de 50.000 pesetas de entonces al, "ahora puede decirse, confesor personal de Franco". Sin embargo, lejos de aprovechar esta circunstancia para cumplir lo que le quedaba de pena de la mejor manera posible, protagonizó un intento de fuga que le llevó a los aludidos 17 años de presidio.

 

Desde los primeros compases de la conversación, Tomás Robles demuestra que es un superviviente nato. Escapó a morir paseado al inicio de la Guerra Civil gracias a un chivatazo. Fue movilizado por el bando franquista, donde prestó servicio durante la contienda hasta que desertó en la batalla de Teruel. Antes, estuvo destinado en el frente norte, donde, curiosamente, coincidió con Emilio Zapico Arriola. "Estaba de oficial de los requetés en Vegamián. Como soy de Puente Villarente, ya nos conocíamos. Pero, fíjate lo que son las cosas. En un viaje que hicimos juntos en un camión a León para buscar avituallamiento, paramos a medio camino a bañarnos en un canal que pasa al lado de la finca de carrizal. Es el mismo canal junto al que se produjo el tiroteo con l a Guardia Civil y donde lo mataron".

 

María Asunción Zapico, la hermana de Emilio, que en 2005 aún vivía en Madrid, declinó, a través de una nieta, hacer declaraciones para este artículo.  

 

Uno de los ejecutados presentó a

tres testigos que lo exculpaban

 

Uno de los detalles más destacados que se descubren al estudiar los documentos del consejo de guerra contra los tres condenados por el asesinato de Arriola es que la defensa de uno de ellos, la de Manuel Ferreras en concreto, llegó a presentar en el juicio a tres testigos que le exculpaban de los hechos. No se tomó en consideración y Ferreras, como se ha dicho, fue ejecutado. Dos de esos testigos aseguraron, bajo juramento en la vista oral, que vieron a Manuel Ferreras salir de su casa de Llama (Boñar) el mismo día del tiroteo en la carretera de Lugán, es decir el 29 de septiembre de 1945. Más de 20 kilómetros separan Llama del punto e nel que se produjo el encuentro entre maquis y guardias civiles. Los dos testigos añadieron que el acusado les dijo que se dirigía a la fiesta de un pueblo próximo a Boñar que no se llega a citar. Ese día se celebra la festividad de San Miguel. El tercer testigo afirmó que en esa fecha vio a Manuel Ferreras en las fiestas "de un pueblo próximo al de Boñar".

 

En el acta de consejo de guerra no se hace ninguna mención más a estas pruebas, salvo, claro está, la defensa de Ferrewras, que pidió para su representado una pena de 12 años de prisión como "cómplice" pero no como autor de los hechos. La setencia, que, como se recordará, se emitió el mismo día de la celebración del juicio, el 27 de febrero de 1947, tampoco se refiere a esas nuevas diligencias y concluye con la condena a muerte de los tres procesados. Hay que precisar que tanto Secundino Rodríguez como Higinio Nicolás, los otros dos condenados, sí implican en sus declaraciones a Manuel Ferreras.

 

El propio Ferreras reconoció en un principio que había participado en el secuestro pero en su declaración indagatoria posterior, tomada el 23 de febrero de 1947 ante el juez, se retracta por completo. Niega pertenecer "a la banda de atracadores que hace constar en el procesamiento" así como el haber intervenido en los hechos, en cuyo lugar manifiesta que ni siquierta estuvo. Manuel Ferreras alega que se autoinculpó "aconsejado por la Policía, puesto que diciendo esto no le pasaría nada , todo esto cuando el declarante se encontraba bajo unas presiones fuertes de mentalidad" (sic). Ferreras añade que los datos que dio en un principio "han sido basados en lo que la Policía le decía".   

 

Los presuntos autores

 

- Secundino Rodríguez, 'El Practicante': Nació en Puente Villarente en 1903. Según algunas fuentes, fue el cerebro del secuestro de Arriola. Practicante de profesión, se unió a la columna de mineros asturianos que tras la sublevación militar del 18 de julio de 1936 pasó por León camino de Madrid y que en Benavente se vio obligada a replegarse. Una vez en el frenre asturiano, desempeñó labores sanitarias, lo que no le libró del consejo de guerra. Fue condenado a muerte aunque la propia sentencia reconoce que "no ha causado daños en concreto contra el Movimiento Nacional, sí los ha causado en abstracto". La ultima pena le fue conmutada por 30 años de reclusión. Consiguió huir al monte y unirse al grupo de maquis que actuaba por la zona de Sabero. Fue detenido en una casa de Saldaña (Palencia) en la que estaba oculto junto a Manuel Ferreras Díez, el 8 de febrero de 1947. Fue condenado a muerte por el secuestro de Arriola y ejecutado a garrote vil en la cárcel de León el 7 de marzo de ese mismo año.

 

- Calixto López Abad, 'Zara': Nació en 1912 en Olleros de Sabero. De ideología anarquista. A finales de 1936 se enrola en Cármenes en el batallón 206, integrado en su mayoría por cenetistas leoneses y comandado por el lider de la CNT en León Laurentino Tejerina. Tras la caída de Asturias, se echa al monte y acaba liderando el grupo guerrillero cuyo centro de operaciones se establece en Sabero. Según la confesión de uno de los detenidos por el secuestro de Arriola, fue Calixto López Abad quien, presuntamente, mató al ingeniero de la Diputación de un tiro en la frente. También se le implica en el atentado contra el capitán de la Guardia Civil Francisco Martínez Gallo. Consigue pasar a Francia en 1948 junto a Inocencio Ferreras y otros tres huidos.

 

- Higinio Nicolás Bayón, 'El Italiano': Natural de Valduvieco (Gradefes), donde nació en 1908. Jornalero y minero de profesión, le sorprendió la Guerra Civil haciendo la mili en la Legión. Durante un permiso en 1938, se pasó al lado republicano. Según su propio testimonio ante la Guardia Civil, combatió en el frente de Guadalajara y tras el fin de la contienda pasó ocho días en un campo de concentración de Madrid. Le pusieron en libertad y volvió a Pardesivil, el pueblo en el que residía con sus padres, donde permaneció oculto varios meses. Intentó huir a Francia pero fue detenido y encarcelado 17 meses en Burgos. Tras una nueva vuelta al pueblo, se echó al monte en noviembre de 1941 junto a su medio hermano Silverio Getino Bayón. Ambos se integraron en el grupo de La Vecilla, liderado por los hermanos Arias, Amable y Casimiro Fernández Arias. Fue detenido el 3 de enero de 1947 en Manzaneda de Torío junto a Aureliano Suárez Robles, lo que motivó la reapertura del caso Arriola, por el que fue condenado a muerte y ejecutado en la prisión de León el 7 de marzo de 1947.

 

- Inocencio Ferreras Díez, 'El Gitano', y Manuel Ferreras Díez: La trayectoria de ambos hermanos discurre de forma paralela. Ambos nacieron en Llama, en 1920  y 1917, respectivamente. Mineros los dos, el primero en echarse al monte fue Inocencio, al que le siguió Manuel, después de actuar como enlaces de la guerrilla, con el fin de evitar ser detenidos por la Guardia Civil. Ambos formaron parte del grupo de Sabero. Manuel, como se ha dicho, fue detenido junto a Secundino Rodríguez en Saldaña y ejecutado el 7 de marzo de 1947 por el secuestro y asesinato de Emilio Zapico Arriola. La presentación de tres testigos asegurando que el día de los hechos le vieron en otro lugar no le libró del garrote. Inocencio consiguió huir a Francia con Calixto López Abad y posteriormente se instaló en Argentina.

 

- Amable Fernández Arias, 'Joanín': Nació en La Mata de la Bérbula en 1914. Lideró junto a su hermano Casimiro, dos años mayor, el grupo de maquis de La Vecilla. Ambos eran mineros, cenetistas y excombatientes en el frente asturiano. Sus npmbres se repiten en toda la trayectoria de la guerrilla del noreste leonés hasta su desaparición, que coincide con su paso a Francia en 1948. Según cuenta Secundino Serrano, los Arias y otros tres integrantes de su grupo lograron llegar al país vecino a través de Hendaya. Pero antes, hicieron el trayecto entre Bilbao y San Sebastián del modo más seguro posible: en un autobús de hinchas bilbaínos que acudían al derby entre la Real Sociedad y el Atlétic. Un año antes, ya habían ensayado esa modalidad de huida seis anarquistas bercianos.

 

- Francisco Suárez Salvador, 'El Químico': Nació el 20 de enero de 1915 en Sahelices de Sabero. Minero. Figura en la lista de los miembros de Juventudes Libertarias que se enrolaron en Cármenes a finales de 1936 y en la que aparece un nutrido grupo de militantes de Olleros de Sabero, entre los que también se encuentra Calixto López Abad. Este último, Suárez Salvador y otros comienzan a formar la partida de la zona de Sabero inmediatamente después de la caida del frente norte, en octubre de 1937. Murió el 29 de septiembre de 1945 abatido por los disparos del capitán de la Guardia Civil Francisco Martínez Gallo, cuando pretendía cobrar el rescate del secuestro de Arriola.

 

- Benjamín Roza Argüelles, 'Noreña': Nació en Siero (Asturias) en 1912. Los informes policiales le acusan de haber estado al frente de una 'checa' en Asturias. Huido desde la caída del frente  norte en 1937, actuó en la zona leonesa con otros asturianos como Lisardo García, junto al que aparece en una célebre fotografía con los Arias, y Andrés Llaneza Rozada. Carpintero, según algunas fuentes, y maestro, según otras, Secundino Serrano le atribuye la identidad de Ramón, el comunista asturiano que intentó imprimir mayor acción política a los huidos del noreste leonés y que, finalmente, se trasladó a León para reorganizar el Partido Comunista. De hecho, murió abatido por disparos de la fuerza pública en plena calle de la capital leonesa, en noviembre de 1946. 

 

 

Daniel Álvarez de la Torre © 

daniel alvatorre

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