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Extorsión a Álvarez Carballo y a Roa de la Vega

 

La siguiente causa desde el punto de vista cronológico que figura a nombre de Manuel Ramos en el Archivo Militar de Ferrol es tan desconocida como sorprendente. Se trata del sumario 478/47, abierto en julio de 1947, a raíz de una de denuncia del abogado y alcalde de León durante la dictadura de Primo de Rivera, Francisco Roa de la Vega. El también diputado adscrito a la CEDA de Gil Robles puso en conocimiento del gobernador civil de León, Carlos Árias Navarro, la extorsión a la que fue sometido por un individuo que se presentó en el chalé de Villaquilambre donde la familia del político conservador pasaba los veranos. 


El propio testimonio de Roa de la Vega ante la Policía detalla que hacia las 10,15 de la noche del 10 de julio de 1947, mientras se encontraba cenando, oyó llamar “con los nudillos a la puerta” y, creyendo que se trataba de algún vecino, le mandó pasar. Pero se encontró con la sorpresa de que se presentó ante su mesa un desconocido “de entre 32 y 40 años, estatura normal, más bien alto, fuerte, moreno, vestido de mono azul mahón nuevo, con camisa abierta de seda”. 


El ex regidor continúa explicando que el citado individuo, “a la vez  que se sentaba de espaldas a la puerta por la que había penetrado”, le entregó dos cartas: una para él y otra para “el señor Carvallo”. No se especifica la identidad del “señor Carvallo”, pero todo hace suponer, y más teniendo en cuenta la reclamación que se detallará a continuación, que se trata de Octavio Álvarez Carballo, uno de los propietarios más acaudalados del León de la época y que, tras su muerte, en 1951, dejó en manos de la fundación que lleva su nombre un ingente capital. 


Francisco Roa añade en su declaración que los referidos escritos eran “unos oficios de las Fuerzas Secretas de la Resistencia” donde se comunicaba “al señor Carvallo la obligación de entregar 300.000 pesetas y al declarante 50.000 pesetas”. Además, se fijaban diez días para la obtención del dinero, una auténtica fortuna, y el 25 de julio como fecha tope para la entrega.  


El portador de la misiva, que pronto será identificado como Manuel Ramos Rueda, no se mostró alterado en ningún momento y apenas habló. Aunque Roa de la Vega no lo cita en su testimonio, la diligencia policial sí especifica que esta petición de “una crecida cantidad” fue seguida de “gravísimas amenazas”.  El testimonio de una de las criadas cita que llevaba “una pistola grande que mostró”. Sin embargo, el propio Roa señala: “No enseñó el arma ni hizo ademán de ella”.


La tarde del 23 de julio, Roa recibe una llamada telefónica para que su hija haga un recorrido en bicicleta, a la puesta del sol, por la carretera de Santander, hasta el puente de “Villanueva de Torío” [Villanueva del Árbol], portando el dinero reclamado. Alguien le saldría al paso para recogerlo. La Guardia Civil y la Policía, advertidos de nuevo, movilizaron todas las fuerzas disponibles. Entrada ya la noche, el operativo dispuesto a lo largo de todo el tramo de carretera interceptó a dos ciclistas que se dieron a la fuga entre la maleza. Uno de ellos fue detenido y el otro logró huir tras efectuar varios disparos. Huelga decir a estas alturas que el apresado no fue Ramos sino Amancio Díez Vélez, un jornalero de 25 años, natural de Manzaneda de Torío, con domicilio en los Altos de Nava de la capital leonesa. 


A las fuerzas policiales les bastó esta detención para comenzar a tirar del hilo y desenredar la madeja. La siguiente fue la mujer de Amancio Díez, Marta Bayón Gutiérrez, hermana de Aquilino Bayón Gutiérrez, conocido huido leonés que pasó a la posteridad de la lucha antifranquista leonesa por posar en la célebre foto en la que el presidente del PSOE, Indalecio Prieto, recibe en Francia a los guerrilleros que escaparon por el puerto de Luanco en octubre de 1948 y entre los que también se encuentran los líderes de la Federación de Guerrillas de León-Galicia Marcelino Fernández Villanueva y César Ríos. Aquilino Bayón, conocido de Ramos durante la Guerra Civil, actuó para él como enlace a su vuelta a León, hasta que se echó al monte en la primavera de 1947 y pasó a Asturias, desde donde, finalmente, huyó al país vecino. Además, el testimonio de Bayón fue, hasta hace poco, la única constancia de que Ramos había vuelto a pasar a Francia a finales de 1948.


A la detención del matrimonio siguió la de Eloy López Robles, labrador de 35 años, residente en Villanueva del Árbol y ex combatiente del batallón 206 durante la guerra del 36, el mismo en el que Ramos fue teniente, hecho que pasa inadvertido en la causa.  La misión de Eloy López en el intento de atraco de Roa de la Vega, al que siempre se trata de “Don” frente al tuteo que se dispensa al resto, era la de establecer un puesto de vigilancia en el recorrido fijado para la entrega del dinero. Finalmente, no participó, pero ello no le libró de una condena de cinco años de prisión y una multa de 5.000 pesetas en el consejo de guerra por “auxilio y colaboración con bandoleros”.  Tras las primeras detenciones, había huido y había conseguido un salvoconducto falso a nombre de Ubaldo González Santamarta, con el que fue interceptado en El Burgo Ranero, cuando intentaba  pasar a Palencia.    


También es apresado Juan Ferreras Fernández, alias El Pelao, [nada que ver con los hermanos Inocencio y Manuel Ferreras Díez], citado ya en la causa anterior como uno de los enlaces en cuya casa de San Cipriano del Condado se refugiaban, además de Manuel Ramos, los maquis Secundino Rodríguez, Manuel Ferreras, Benjamín Roza, Calixto López [todos ellos implicados en el secuestro de Arriola en 1945], Andrés Llaneza, el líder comunista leonés Manuel Vizcaíno, que se echó al monte, Eugenio Sierra y “un tal Manolo, El Santanderino”. Aunque El Pelao tampoco participó activamente en el intento de atraco al ex alcalde, sí intervino en su preparación. Él mismo declara que no convenía que se dejara ver ya que podía ser identificado con facilidad “por la cabeza”. Debía de hacer amplio honor a su mote. Su detención, cuanto intentaba huir, armado y obligando a disparar a la Guardia Civil, le agravó la pena hasta los 20 años de cárcel, la mayor, después de la suma de 22 años que le cayó a Amancio Díez, pero por encima de los 10 con que sentenciaron a la esposa de éste último, Marta Bayón, calificada en la causa de “izquierdista rabiosa”. 


De modo que el intento de Ramos para obtener la fortuna de 350.000 pesetas de dos de los más reputados personajes de la vida social leonesa de la época, como Roa de la Vega y Álvarez Carballo, acabó en un nuevo fracaso y con la caída de la red de enlaces establecida entre la comarca de la Sobarriba y el Condado, que a su vez, permitía mantener un corredor entre la capital y las montañas del norte de la provincia. La causa deja por escrito entre sus testimonios la evidencia de que los enlaces recibían dinero por acoger a los huidos. Pobre compensación por jugarse literalmente el tipo. 


El juicio sumarísimo de la causa 478/47 también condenó a penas menores [un año y ocho meses de cárcel] a Teodoro Rodríguez Campillo y Saturnino González Fidalgo.  El primero, por ofrecer su molino de Villanueva del Árbol para reuniones nocturnas y clandestinas [cuando no se hacían en cementerios y descampados], que incluían escuchas de Radio Pirenaica, y el segundo por dar cobijo en su casa de Villavente a Juan Ferreras, El Pelao, cuando fue detenido.  En total, siete nuevos procesados, de los cuales, como se ha dicho, seis recibieron diferentes condenas por un mismo delito de “auxilio y colaboración con bandoleros” y uno, de nuevo Manuel Ramos, sumó su enésima declaración en rebeldía y su correspondiente nueva orden de busca y captura, tan infructuosa como todas las demás.
  

De las declaraciones de la causa 478/47 también se desprenden otras dos acciones de Ramos. Un nuevo intento de atraco frustrado a un vecino de Azadinos, Pío Oblanca, al que pedía 25.000 pesetas, y el robo de las taquillas de cines o teatros como procedimiento habitual para obtener algo de dinero de modo urgente y con escaso riesgo.         


El citado Pío Oblaca, que se libró de un robo en verano de 1947, protagoniza otra de las causas pendientes de Ramos Rueda (383/48), iniciada a raíz del atraco a mano armada de 750 pesetas. Ramos se personó hacia las 22,00 horas del 6 de agosto de 1948 en el establo de Pío Oblanca en Azadinos mientras atendía al ganado. Oblanca alega que ya conocía a Ramos por “haber estado antes en su casa” y le entrega 400 pesetas. A punta de pistola, es conducido a realizar un recorrido por el vecindario para recabar más dinero y hacen dos paradas más. En una obtienen 350 pesetas más y en la tercera, en la casa del cuñado de Pío Oblanca, éste escapa y se libra de los disparos de Ramos, que huye en dirección a León.    

 

Daniel Álvarez de la Torre ©

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