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El hombre que no era radiotelegrafista

Daniel Álvarez de la Torre / León

Es lo que tienen las historias de espías, que nunca acaban de encajar, aunque hayan pasado más de 70 años. El rodaje del documental 'Flores para un espía', sobre la red del leonés Lorenzo San Miguel durante la II Guerra Mundial, ha deparado una nueva sorpresa. El equipo de rodaje se había citado en Bilbao con Carlos Rivero, el hijo de Manuel Rivero, el agente que telegrafiaba desde León toda la información requerida por los servicios secretos británicos. Todo cuadraba con la fuente documental que hasta ahora ha sido clave para desentrañar un secreto bien guardado por el franquismo durante toda la dictadura: la causa del consejo de guerra que se abrió a los integrantes de la red y que acabó con la ejecución de cuatro hombres, entre ellos el citado radiotelegrafista Manuel Rivero.

Pero la fotografía que el propio sumario da pie a identificar como Manuel Rivero resulta no ser tal. "Este no es mi padre", desmintió categórico Cárlos Rivero con la imagen de un hombre de aspecto esbelto tomada en la barandilla de la ría del Nervión y con la fachada del Ayuntamiento de Bilbao a sus espaldas. Para acreditar su aseveración, Rivero hijo muestra las fotografías familiares que le han quedado como recuerdo tras el fusilamiento de su padre en mayo de 1944, en Oviedo.

¿Quién es entonces el hombre que hasta ahora pasaba por el radiotelegrafista Manuel Rivero y que como tal ha quedado reflejado en lo publicado hasta la fecha? Eso es otra incógnita de las muchas que quedan por desvelar de la red de espionaje de Lorenzo San Miguel. Pero vamos a intentarlo.

Con las imágenes aportadas por Carlos Rivero de su padre y tras una revisión más detallada de la citada causa (558/1943), puede llegarse a dos conclusiones: que se recogen dos fotografías de Manuel Rivero con Lorenzo San Miguel no identificadas hasta ahora y que el hombre que ha quedado sin identidad podría ser José Gómez García.

Gómez García, nacido en Baracaldo en 1910 y residente en Bilbao, era mecánico y compañero de trabajo en Radiadores España de uno de los cabecillas de la red de espionaje, el leonés Ángel Monge, único responsable de la trama que logró huir y que dejó tras de sí otro de los grandes misterios de esta historia. José Gómez puso en contacto a su hermana Rosa con San Miguel, con la que, según la causa, éste inició una relación sentimental.

Rosa Gómez también fue detenida y condenada como cómplice de un delito de espionaje. Su hermano, que también aparece en otra fotografía junto a Lorenzo San Miguel en el puente del Ayuntamiento de la capital bilbaína, fue expulsado, "por sus antecentes en zona roja", del cuerpo de Guardia de Asalto, creado durante la II República. Aunque no se le reconoce una actuación significada dentro de la red (lo más destacado es que le incautaron sellos de cotización para el Socorro Rojo), fue condenado a 12 años de prisión por un delito equiparado al de rebelión militar. En 1950, se le concedió el indulto de una cuarta parte de la pena.

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